martes, 13 de septiembre de 2011

Martes

Resulta que yo no quería ir pero no tuve opción. Cada vez me pasa más lo mismo, hago cosas que no quiero porque debo. Nomás que estos menesteres no son de los que dejan satisfacción, son de los otros, de los que se tienen que hacer y ya. De por si me caen mal las personas que vi hoy, pero el pelón estaba especialmente inspirado. Sabe de todo y de todo opina, en una vertiginosa sucesión de juicios sumarios, que además son bien pendejos. De lo poco que hay que reconocerle, es que de repente es autocrítico. Lo malo es que hasta cuando es autocrítico se halaga. Soy como el nombre 999 de Alá, dijo ¿Cómo es eso? preguntó un incauto. Insoportablemente inolvidable, contestó el pelón con su media sonrisa mamila. Así tal cual, se los juro, cuanto desearía estarlo inventando, nomás por el puro gusto de desparramar las palabras por los blancos campos de las entradas nuevas. Pero no. Pasó. Y seguirá pasando. Ayer estuve pensando en la polémica generado por Pablo Milanés. Dejando de lado lo desproporcionado de sus reacciones ante la crítica, lo inoportuno del lugar y el modo, puede que muy en el fondo, tenga un poquito de razón. El chiste es que coincido en que no debió decirlo ahí, ni de esa forma, ni sacarse tanto de onda cuando se lo hicieron ver. Pero bueno, me queda más que claro que uno tiende a colgarle puras virtudes a los tipos que admiramos, y resulta que como siempre, pues son igual que uno y todos, llenos de broncas y contradicciones. Pero se los comento en este martes 13 porque en una de las críticas que le hicieron y que se publicaron en algún portal de noticias cuyo nombre se me escapa en este momento, citaron una frase que se me grabó, aunque no se me quedó el nombre del autor: El que no vive como piensa, acaba pensando como vive ¿Cómo ven? ¿Será? Pensé, con la entonación que le damos en Chiapas cuando queremos decir, no, no me chingues, pero como te estimo te lo digo así, como invitándote a la reflexión. Pero en esta ocasión en el será asomaba la duda verdadera ¿Será? Si. No. Saber. Así estuve ayer, piense que te piense, imaginando que un día cualquiera me levantaba con unas ganas irrefrenables de votar por el partido en el poder, o de ponerme a privatizar un ejido, un manantial, o una avecilla de colores, con ganas locas de quedarme viendo feo a la gente que se busca la vida en la joda cotidiana negando con la cabeza en actitud reflexiva, pensando mientras tanto en que están pobres porque quieren. Como que no. No. Si. Saber. Pero esa es la única razón por la que aprecio encontrarme con gente como el pelón. Son tan deleznables y desagradables, que se vuelven el mejor antídoto contra la ojetez. O bueno, el segundo mejor antídoto, porque el primero son los hijos. Al momento Joaquín por lo que dice, cuando lo dice y como lo dice, y Víctor por como ríe, echa desmadre e intenta decir. El otro día mientras llevaba a Joaquín a la escuela, íbamos escuchando la versión de Jessy Bulbo de la cancioncita esa infantil que se llama comal. En una partecita dice, las flores para las niñas, las niñas para los niños, los niños para el trabajo. En esa parte que se sonríe mi hijo y me dice, que tontos, no saben que las niñas también trabajan. Y antes los niños, las niñas y los papás trabajaban pero como esclavos, hasta que Hidalgo sacó una ley que prohibía que hubiera esclavos y que decía que iban a matar a los que los tuvieran ¿Cuando vamos a ir a San Miguel a ver la casa de Allende? Porque la tumba de Zapata ya me dijiste que está cerca de la casa de bis (de su bisabuela) y que vamos en diciembre, pero de Allende no me has dicho cuando. Y a dónde si vamos a tardar más en ir pero tengo muchas ganas es a Chile, a buscar la tumba de Manuel Rodríguez, concluyó. Tiene cinco años, casi seis. Así que no, el que no vive como piensa, no siempre acaba pensando como vive, a menos que desde siempre y muy adentro de si mismo, haya guardado un pequeño hijueputa. Estoy casi convencido que no es mi caso, y con esa dulce cuasicerteza me voy a dormir. Además mañana viajo, agarro carretetera en punto de las seis. Le había estado sacando la vuelta a otro de esos compromisos, sin mediar explicaciones, que tampoco me pedían. Pero de puro buey abri la boca el otro día y dije que no iba porque era muy temprano y me hacían agarrar carretera a las cinco, y la oscuridad y las carreteras de estos lares son un poco como el revólver de la ruleta rusa. Así que muy oronda se me quedó viendo la señora, y me dijo, pues haberlo dicho antes, lo recorremos una hora, a las seis ya amanece. Así que carretera de cuota, esperáme tantito que duermo unas horitas y ahí te voy.

Ciao.