jueves, 10 de noviembre de 2011

Miss Sinaloa

A la orilla del estero donde desemboca el arroyo Jabalines, pegadito a la mera zona industrial de Mazatlán, hay una colonia de paracaidistas, con casas precarias de madera y cartón. De una de ellas sale una mujer, una niña casi, enfundada en blusa blanca y mezclilla negra, asentadas en altisímas zapatillas de tacón.

A la orilla del estero donde desemboca el arroyo Jabalines, hay una camioneta Ford Explorer blanca, con los vidrios polarizados y sin placas. La niña-mujer aborda el vehículo donde se alcanza a distinguir apenas la silueta del chofer, que deja constancia de su autoridad y prepotencia con el acelerón y rechinido de llantas con que se va.

A la orilla del estero donde desemboca el arroyo Jabalines, al lado de donde sale el Mazatún para todo México, había una mujer, que se fue quien sabe para donde.

Se adivina con quien.

El Estero se llama El Infiernillo, con nombre que sabe más a confesión.


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