domingo, 12 de junio de 2011

A Matteo Dean


¿Te acordás hermano que tiempos aquellos?
Mario Benedetti


¡Ay Matteo, Mateíto, compañero, que madriza nos has puesto! Como dice el Soto, el problema en común de la muerte y la vida es que comparten una encabronada falta de puntería. Digo, habiendo tanto cabrón asesino suelto y te toca a vos. Desde la mañana en que me desperté con la noticia hasta ahorita, he estado jodido, con la opresión detrás de los ojos y la garganta atorada, buscando que hacer. Mi primer impulso fue viajar para estar con vos y con los otros, con los nosotros que de por si somos, con los que fuimos ¿Sabés Mateíto, Matteo, compañero? Siempre llego tarde a estas madres, o no llego. Es una de las desventajas de esta vida gitana que llevamos. Cuando se fue mi abuela la materna estaba en Querétaro, y entre los arreglos del viaje y el examen de italiano que tenía en el embajada para la beca, llegué nomás a llorar, cuando ya no estaba. Peor con mi abuelo. Llegó Adriana al salón de La Sapienza, a decirme, y alcanzamos a llegar a Castro Pretorio, donde me bajé a llorar desconsolado, desde el otro lado del oceáno. Eso fue allá en Roma, en tu país de origen compañero. Nunca estuvo mejor dicho eso del país de origen, porque tu país de destino siempre fue México. Acá estoy pues, desconsolado y sin saber que hacer, pues por un ratito ya no pude comprar los boletos, ya no llego a despedirte compañero. Y como no sé que hacer, escribo.

¿Te acordás hermano? Nos conocimos en el local del Frente, debe haber sido en el 96. Llegaste con otros italianos que poco a poco se fueron, mientras vos poco a poco te quedabas, abriéndote un espacio en el corazón de todos. Eran los años del Comité Civil de Diálogo 2 de octubre, de los 20 que nos multiplicábamos volanteando, marchando, organizando y convocando a marchas estudiantiles un día si y otro también y la gente llegaba ¿Te acordás? Si, seguro te acordás pues compartiste todo, lo que había y no, el entusiasmo por cambiar las cosas que traías de por si, con las certeza de que se podía que se confirmaba en cada convocatoria que tenía eco. Yo también me acuerdo. Me acuerdo del tiempo en que decidiste viajar por el país y por Estados Unidos, y que regresaste sin dinero en el tren de la ruta del migrante. Hasta Palenque llegaste sufriendo de regreso lo que a tantos otros les toca de ida. De ahí me llamaste. Las vías se acababan y no tenías dinero para completar los 300 kilometros que faltaban para Sancris. Como es obvio, yo tampoco tenía, pero entre todos juntamos un poco, apenas lo suficiente para el camión y algo de comer, para que regresaras con nosotros.

¿Te acordás después de los meses de La Trampa? Eras mejor activista que cocinero, y el negocio al final no resultó, pero resultó en cambio como un punto de encuentro. O sea que sirvió para lo mero bueno. Cuando cerrabas y poco a poco íbamos llegando varios, y platicábamos de la vida, de los cambios y de lo que se venía y de los pocos que nos íbamos quedando en Sancris mientras los demás se iban moviendo al DF. Hacia allá fuiste luego, y allá nos vimos varias veces ¿Te acordás cuando trajiste tu experiencia altermundista europea, y armaron un grupo en ciudad monstruo? Yo si me acuerdo. Me acuerdo también cuando sacaron el reportaje en Reforma de varias páginas, y en varias aparecías vos, y te nombraban el dirigente del grupo, ya sabés, el güero extranjero que venía a manipular a los chavitos mexicanos. Es increíble como el tiempo pasa y el poder no cambia. Siempre los mismos argumentos. Nosotros sabíamos que eras vos, y la Bárbara, y el Jorge, y la Amanda, y el Soto, y los demás del 2 de octubre transplantado que probaban ahora a revolucionar el mundo, un poquito en otra escala.

Un poco antes de eso, de que te fueras, fue la huelga de Sociales ¿Te acordás? Yo si me acuerdo. Me acuerdo de que en los varios días que duró, contra todo pronóstico la asamblea crecía. Empezamos sesenta y terminamos trescientos ¿Te acordás de esa última asamblea, la decisiva, en la que no cabía la gente en el auditorio y se votaba desde afuera? Seguro que te acordás, ahí estabas. En contra de mi encarecida recomendación de que no fueras, de que tuvieras presente que en México el artículo 33 y etcétera, de repente se me acercó una chava a la mesa, y me dijo -¿Conocés al extranjero que está allá al fondo? -lo dejamos entrar sólo porque dijo que te conocía. Y desde el fondo sonreías. Si, les dije- Es el Matteo, no es extranjero-. Y te quedaste con nosotros hasta la media noche en que firmamos la minuta.

Y de las largas noches en que platicábamos en mi casa o en tu casa, y no nomás de revolución y marchas. La ciencia ficción siempre me ha gustado, pero gracias a vos conocí, para no soltar más, a Philip K. Dick ¿Todavía te gusta? A mi si. Y muchos otros que he conocido en estos años, y que me hubiera gustado platicar con vos, con una botella de vino, o una cerveza en la mano.

La última vez que te vi, fue en marzo de 2001, cuando la marcha del color de la tierra pasó por Querétaro, y se quedaron vos y muchos otros en la casa que me prestaba la familia de Adriana. Es una lástima, no la conociste. Llegaron tarde en la noche y se fueron temprano, y después ya no nos vimos. Te hubiera caído bien. También mis hijos. El Joaquín desde los dos años va a las marchas, y al Víctor ya le tocó la primera. Van bien. En esa ocasión te pintaste el pelo de negro, pero no alcanzó compañero. A veces subestimamos al poder. Al poco de la marcha zapatista te pasó lo que a otros tantos, te citaron al INM dizque para hacer un trámite, y te aplicaron el 33. Así, como al Gianni Proeittis hace poco. Viaje exprés de vuelta a tu país de origen ¿Y si sabés, verdad, que entre otras cosas, fuiste una de las razones para vivir en Italia? Valía la pena conocer un país donde había gente como vos.

La última vez que hablamos fue en el 2003. Adriana y yo estábamos en Roma y te llamamos a Trieste para pedirte un paro. No se pudo. Me quedé dolido y recordando tu llamada de Palenque. Digamos que era equivalente. Al tiempo dije, son muchas las cosas que hemos vivido juntos, muchos y muy fuertes los amores. Queda un chingo de vida por delante, si seguimos en lo que estamos nos veremos y aclararemos todo. Valió madre compañero, no alcanzó la vida para hacerlo, se pasó el tiempo.

Regresaste a tu país de destino, a México, y comenzaste a escribir en Proceso un día, en La Jornada otro. Leí varias veces lo que escribiste. Hacia el año 2008 fue la última vez que te oí. Estaba escuchando la Bemba en Hermosillo, cuando reconocí con sorpresa tu voz. Estabas en un enlace del Contacto Sur de Aler desde Chile, hablando de reformas laborales. Ahí supe que colaborabas con el CILAS. Vos no lo sabés, pero compartimos ondas hertzianas compañero. Ahora pienso que que pendejo, que que chido hubiera estado que colaboraras en Política y Rock & Roll, como experto en temas laborales y migratorios, que estábamos al alcance de tres llamadas y un correo.

Déjame te platique que somos un chingo, que a todos lados donde hemos ido Adriana y yo desde la última vez que nos vimos, hemos encontrado gente buena, que se organiza y que está hasta la madre y que quiere cambiar las cosas. En Hermosillo hay muchos. Ahí, como contigo y los otros, hice grandes y comprometidos amigos, y existe una raza chida que también se da cuenta de como estás las cosas. En estos últimos años, Matteo, Mateíto, compañero, he fantaseado con la idea de poder juntar a todos con los que he compartido luchas, y junto con mi familia que ahora es parte indispensable de lo que soy, cambiar el mundo ¿Sabés? Ya somos muchos, y hoy como hace 15 años que nos conocimos, sigo pensando en que si podemos. En ese grupo amigo querido, compañero, tienes un lugar en primera línea, junto a los de antes y los de hoy.

Dice el José Alberto, nuestro Che, que todos los que te conocimos tenemos un poquito de ti. Vale madre compañero, la neta es que es cierto, pero en estos momentos no alcanza, no es consuelo.

1 comentario:

Adrian Bibriesca dijo...

A todos nos dejó un vacío la partida del Matt...