martes, 16 de septiembre de 2008

Confieso que he fumado


"Escribir es el complemento perfecto para fumar" o algo cercano a eso dijo el renombrado escritor Nomeacuerdodesunombre. Y aunque la interpretación literal de la frase es bastante exagerada, su significado real refleja lo que me sucede cuando fumo asociando esta a otra actividad placentera: escuchar música, leer, escribir, comer, beber, manejar por una carretera panorámica y sin prisas, tomar café, conversar. La situación mejora si se combinan tres o más de estas actividades: se puede fumar, beber, conversar y escuchar música, mientras se maneja por una carretera panorámica. Cierto, no es muy recomendable pero se puede. Se puede también fumar, beber, escuchar música y conversar con los amigos, si y sólo si, lo hace en su casa, por lo menos y hasta ahora, en el papel de la Ley Antitabaco, que prohibe fumar en los antros, bares, cantinas y demás lugares de sano esparcimiento. Puedo entender que prohíban fumar en edificios gubernamentales, a dónde la gente está obligada a ir y chutarse trámites eternos; que se prohiba fumar en los restaurantes y comederos varios, pues según me dice gente cercana el humo del tabaco les estraga el sentido del gusto. De cualquier forma, habría que salvaguardar algunos cafés y restaurantes con letreros grande que digan "Aquí si se puede" y dejar que cada quién tome sus decisiones. Comparto por supuesto que no se fume en los espacios dedicados a la educación básica. No entiendo y no comparto en absoluto, que no se permita fumar en antros, bares y cantinas. Las personas que entran ahi son adultos, y en principio van a meterse una sustancia tóxica al organismo. Considero que con este apartado de la mentada ley se nos da trato de menores de edad, incapaces de decidir como, donde y con quien pasamos nuestro tiempo, restringiendo nuestras opciones. Hagamos pues una ley para que se le baje a la música en esos lugares, pues es sabido con estudios científicos que se afecta el oído medio por el ruido, y la garganta por los gritos con los que tratamos de hilvanar conversaciones en el Seven o en el Pluma. En el DF, donde la versión local de la ley está todavía más dura, los locales tienen su letrerito que reza "Espacio 100% libre de humo" como bien dice Rodríguez Araujo en las páginas de opinión de la La Jornada, estarán, si acaso, 100% libres de humo de tabaco. Y lo mismo aplica para otras ciudades igual de contaminadas. Una preocupación honesta (no oportunista e hipócrita) de los gobiernos por la salud pública, tendría que pasar por leyes (que si se aplicaran) que estuvieran encaminadas a reducir la emisión de gases tóxicos de las industrias del país.


Mientras esperamos que pase con la ley antitabaco lo que pasó con la ley seca gringa de los años veintes del siglo pasado, no queda más que emular a los virreyes, que cuando recibían una cédula real se la ponían sobre la cabeza mientras decían: "Acatése, pero no se cumpla".


Recomendación: lean La Diva Nicotina, Historia del tabaco, de Iain Gately. Es una muy bien documentada historia de esta planta, narrada de forma ligera y entretenida, con un cierto énfasis en lo que su consumo ha representado culturalmente para el género humano a lo largo de la historia.


Nota para Joaquín: Hijo querido, si algún día, en dos o tres años lees esto, sabrás que efectivamente, como suponías, no salía a cada rato de la casa porque tuviera que tirar la basura. Un abrazo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Asi es!!Nada mas falta que nos digan como pensar!!! Pero bueno cuando caiga el yugo del opresor a exigir o a “imponer” leyes absurdas…solo diremos “voy a sacar la bolsa de la basura”…y no me estén chingando!!!