Porque el campo no aguanta más, y tampoco las ciudades.
Conocemos ejidos y comunidades del sureste, bajío y noroeste y en todos la situación es la misma, dentro de los matices y diferencias de cada región del país. Los que antes producían la comida de México todo, sin insumos, sin precios, sin nada, producen hoy apenas lo necesario para sobrevivir. Los que resignados sacrificaban una parte de su producción al funcionario corrupto de Conasupo, hoy reciben penalizaciones por parte de los coyotes, en una proporción mayor. La tierra es nuevamente una mercancía que se compra y se vende para dejar lugar a los complejos turísticos, los nuevos fraccionamientos, las minas o la agricultura intensiva para la exportación en manos de unos cuantos. Porque el maíz que consumimos viene del otro lado, y además es procesado por dos o tres empresas, porque hace años que no comemos tortillas que no sean Maseca, independientemente de la región del país en que estemos.
Porque en la ciudades la vida se pasa volando para millones de obreros que se levantan con la noche y vuelven a ella, todo el día trabajando, obteniendo la duras penas lo necesario para subsistir. Por los millones de vendedores ambulantes que hoy no sacan lo suficiente para comer, mañana tampoco, pasado mañana tal vez. Por los miles de hijos de familias clase medieras que no entraron a la universidad pública, pues las universidades han visto mermar sus ingresos en los últimos veinte años. Por los que se pasaron 4 o 5 años en la Unidep o en el Cnci, que pertenecen a los mismos que tienen todo, y cuando egresaron se sumaron al ejercito de miles de gerentes y subgerentes de franquicias, trabajando 10 o 12 horas diarias para malvivir. Porque a la vuelta de la esquina los espera otro igual a ellos, desesperado por colocar 6 tarjetas de crédito al día, pues le va casi literalmente la vida en ello. Porque las aceptan y se enganchan en la versión moderna de la tienda de raya.
Porque creo (quiero) que este país está punto de estallar y quiero ponerlo aquí cuando y como suceda y narrarlo en vivo desde Política y Rock & Roll en la Bemba. Porque me aterra que, otra vez, no pase nada y nos quedemos viendo pasar la historia, con su marcha tan lenta.
Porque quiero compartir con Adriana desde la profundidad de la palabra escrita.
Porque quiero que Joaquín cuando sepa me lea y me conozca.
Porque me revuelven las entrañas canciones como Apuesta por el Rock & Roll o No tengo tiempo de cambiar mi vida.
Porque he seguido creciendo en el desierto, porque he aprendido a conocerlo un poquito y quiero compartir lo que siento cuando veo que recibe cauteloso al mar. O lo que pasa cuando llueve y miles de plantas, urgidas, florecen. Porque me gusta el canto de los sapos de estas tierras, que esperan años la lluvia para salir a fornicar con frenesí reproductivo cuando llega, concientes de lo escaso de la oportunidad, para luego regresar bajo tierra, hasta la próxima. Para platicarles como vivo en Sonora.
Porque me falta la lluvia de Sancris, que dura días y meses y comienza a filtrarse por el adobe de las viejas casas, con un cierto sabor a Macondo. Porque extraño de Berrio el sol de mediodía de los domingos, un poco como detenido en el cielo, suspendido por las notas de la marimba que invariablemente se oye a lo lejos, hundiéndome lentamente en la cama, mientras la tristeza llega. Porque quiero platicar como es que soy chiapaneco, y compartir lo que conozco del profundo sureste.
Porque no extraño nada de Villahermosa, más que la gente que ya no está, y quiero explicarlo.
Porque quiero decir porque me gusta Querétaro, la muy hipócrita y la verdadera.
Porque quiero contar como vieron mis ojos a la majestuosa Roma, en donde participé en la marcha más grande en la que jamás nunca haya estado, contra la estulticia bushiana y la guerra, donde fui vendedor ambulante y repartidor de volantes. Porque quiero contarles también como vivimos un mes en el cálido Nápoles, aprendiendo italiano en el lugar menos adecuado para hacerlo.
Porque no he ido a Cuba. Porque quiero ir a Bolivia y Venezuela.
Porque llevo años diciendo que tengo que escribir, y no escribo. Atrás se quedaron los poemillas malditos de los quince, los cuentos inacabados con la beca de los veintes, las decenas de redondos artículos nunca firmados que publiqué en Resistencia, los pocos firmados que salieron en Libertad en Palabra, la oferta de Plaza y Valdez de publicar la tesis. Porque cada que le digo a Horacio que quiero escribir y no puedo me dice, siempre tan tierno, que llegará el día en que vomite todo lo que traigo dentro. Porque desde la honestidad Adriana siempre dice que no escribo porque no quiero, y en parte tiene razón.
Por el casi de siempre y el nunca cotidiano.
Porque hubo momentos en que el dogma impidió el crecimiento, pero seguí creciendo, sigo creciendo, por los nuevos autores que leo, que no son tantos como antes pero son. Por la nueva música que escucho, por las nuevas rolas que se eternizan en mi cabeza, hasta la próxima que llega.
Porque hay películas que vería siempre, como esa que me hizo amar la poesía de Benedetti, porque hay otras que no olvidaré nunca, por las que simplemente me divierten.
Porque quiero contarlo todo a los amigos nuevos y retomar los lazos con los amigos viejos, compañer@s tod@s en la lucha por parir la aurora.
Porque así es de por si la vida y hay que entenderlo y luego transformarla, imaginando lo que nunca fue.
En suma, porque estoy hasta la madre y contento, con la certeza de que el día es hoy.
1 comentario:
alo! pues aqui estoy ya, leyendo... muero de sueño pero en verdad tenía curiosidad, me gusta leer blogs y bueno, más cuando son compartidos con tanta honestidad como parece ser este...
gracias de nuevo Joaquinzeta por compartir y pues seguimos en sintonía... :)
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